Debe ser que algunos familiares y amigos están cumpliendo años estos días y que se acerca mi cumpleaños también.
Me apetece reflexionar sobre una frase «la vida empieza a los 40» sobre la que mi primo nos deleitó ayer (@lavueltaalmundo). Seguramente esta necesidad es fruto de que cuando cumplí 40 se cruzó en mi camino uno de los hechos más desagradables de mi vida (no me puedo quejar, no he tenido muchos) y no estuve con la emoción apropiada para compartir mis reflexiones.
Si ahora observo mi 40 cumpleaños lo veo como una puerta que se abrió, como cuando abres una puerta en una casa de campo y entra una bocanada de aire fresco y de luz. Esta puerta que me ha permitido encontrar posibilidades que antes no veía o no me permitía ver. Y sí, fue gracias a un hecho indeseado. Ahora puedo decir, con la perspectiva de estos dos años, que me siento agradecida.
¿Qué pasa cuando se nos cruza algo inesperado en el camino? ¿Cuántas formas de verlo y vivirlo tenemos? ¿Con cuál te quedas?
Certificarme como coach me ha permitido hacer esta lectura de aquel suceso y construir «mi nueva vida» (como yo la llamo) según mis valores, mi bienestar y con el propósito de contagiar a mi alrededor este poder leer las situaciones con la mirada que mejor le sirva a cada uno para seguir su camino de la manera que le apetezca. Siento que ahora puedo escoger y disfrutar de las grandes y las pequeñas cosas, de situaciones que antes hubieran pasado igual y que yo no me hubiera dado ni cuenta, no me hubiera permitido parar y observarlas.
Sí, en mí este cambio también coincidió con los 40. Y para mí lo realmente interesante no es esto, es que cada uno de nosotros podamos decidir como queremos que sea nuestra vida a la edad que sea y en el momento que sea. Así que me quedo con que la vida empieza cada día y… cada noche también, ¿por qué no?